Antes de empezar, un aviso: este artículo va a ser duro.
En algunos momentos se va a poner denso y deprimente, pero no desesperemos y sigamos leyendo hasta el final porque es un paso esencial del Viaje. Es necesario comprender la cruda realidad antes de poder empezar a mirar soluciones para mejorarla.
Dicho esto, de primeras vamos a quitarnos de encima la peor noticia:
VAS A MORIR
(¡Ya dijimos que iba ser duro!)
El motivo por el cual vas a morir es porque, en nuestro Universo, todo existe en el Espacio y en el Tiempo, que según la Marvel se llaman Eternidad e Infinito y tienen este aspecto:

Por si te lo estás preguntando, Eternidad está cabreado porque, a pesar de ser el personificación de todo lo que existe, solo le toca media cara, e Infinito se viste como una stripper porque quiere desviar la atención del hecho que no tiene nariz. Pero no estamos aquí para juzgar las decisiones artísticas de Marvel, así que sigamos con lo nuestro.
Por lo que respecta a los humanos, el Espacio está fijo y tenemos bastante libertad para movernos en él. Pero con el Tiempo pasa al revés, nosotros somos los que estamos fijos mientras el Tiempo fluye, constante, imparable y siempre en una dirección. El resultado es que todo lo que hacemos está limitado por el Tiempo.
Nuestras vidas transcurren lo largo de un periodo de tiempo finito, limitado, confiando, restringido, constreñido, definido… ¿captas la idea? NO vas a vivir para siempre. El Tiempo nunca se detiene, así que nosotros tampoco deberíamos hacerlo, porque evitar pensar en el futuro solo previene cualquier tipo de planificación a largo plazo. Y como veremos en este artículo, alguna forma de planificación resulta esencial para tener una vida feliz.
Hay mucha gente muy lista trabajando para superar la Muerte, pero hasta que nos den novedades, la mejor noticia que tenemos es que, solo porque sea limitada no quiere decir que una vida no sea lo bastante larga.
Deberíamos aprovechar al máximo nuestra vida
Podemos hacer muchísimas cosas en nuestra vida, de hecho, deberíamos hacer muchísimo. Deberíamos vivir vidas lo más enriquecedoras y agradables que podamos, tanto para nosotros mismos como para los demás. Los antiguos egipcios creían que después de morir, cuando tu alma llegaba a las puertas del Cielo, los guardias te hacían dos preguntas para decidir quién podía entrar: “¿Has encontrado la felicidad en tu vida?” y “¿Tu vida ha traído felicidad a los demás?”
Pensemos en ello de esta forma: ¿Si nos llevasen a un museo lleno de cuadros increíblemente bonitos y nos dijeran que al final del día se iba a prender fuego a todo el edificio, nos daríamos la vuelta y nos iríamos a casa a lamentar semejante tragedia? ¡Claro que no! Lo que haríamos sería pasar el tiempo que quedase intentando ver, disfrutar y recordar todo lo que pudiéramos.
Vale, es un ejemplo un poco simplón, y si no te gustan los cuadros sustituye museo por teatro Kabuki submarino, zoológico microscópico, misa góspel susurrada, restaurante de insectos, orgia polaca o cualquier cosa que te ponga las pilas, la cuestión es que, si nos dan una oportunidad única y efímera, deberíamos aprovecharla al máximo mientras podamos.
Pero muchos (la mayoría) no disfrutamos de nuestras vidas
Hasta aquí todo parece bastante lógico. Y sin embargo…
Cuando miramos a nuestro alrededor, rápidamente nos damos cuenta de que esa NO es la vida que llevan la mayoría de las personas.
Vamos a hacer un experimento mental para dejarlo más claro: Si imaginamos la satisfacción en la vida como un espectro, desde la perfección total a la absoluta miseria ¿Dónde encontraríamos a la mayoría de la gente?
La lógica nos dice que, idealmente, tendría este aspecto:

Pero ahora piensa en la gente que conoces bien. Y quiero decir REALMENTE bien, tan bien que has visto sus demonios interiores y no juzgas simplemente la fachada que presentan al mundo. ¿Cuántas de esas personas están viviendo en el extremo izquierdo de la escala? Imagina preguntarles: “¿Estás viviendo una vida PERFECTA?”
Por “perfecta” nos referimos a que su vida es todo lo buena que podría llegar a imaginarse, que darles un millón de euros no cambiaría gran cosa, que se encuentran completamente en paz consigo mismos y estarían preparados para morir si llegase el caso.
¿Cuántas de esas personas responderían sin dudar “SÍ”?
Sospecho que la respuesta más probable es “ninguna”, pero date un minuto para pensarlo bien. ¿Sería más de 1 persona de cada 200?
Porque 1 de 200 es el número de personas que intentan suicidarse[1] cada año, en el extremo opuesto de la escala, a la derecha del todo. Así que si no conocemos a más de 1 persona de cada 200 que esté viviendo una vida perfecta, eso significa que un ser humano cualquiera tiene mayor probabilidad de acabar con su vida que de vivirla idealmente.
OK, quizás hemos sido demasiado optimistas y puesto el listón demasiado alto. La vida real es caótica y complicada, así que a lo mejor sería más razonable esperar algo así:

Vamos a repasar este escenario. Una vez más, piensa en la gente que conoces realmente bien. ¿Cuántos de ellos viven están pasando sus maravillosas y edificantes vidas en la Zona 2 del gráfico? ¿Cuántas personas se siente casi siempre HONESTAMENTE felices, apasionados por cómo pasan el tiempo, no estresados por la salud, familia, trabajo, dinero, y sin sentir envidia, meterse en discusiones banales y básicamente disfrutando de la vida cual crucero de lujo?
Si no es más de 1 de cada 10, entonces la distribución sigue estando fatal, porque esa es la cifra total del lado opuesto de la escala, la Zona 5. Ese es el hogar de todas las personas que sufren de ansiedad, depresión, alcoholismo y adicciones, es decir la gente que tiene dificultades para lidiar con la vida.
Bajando un punto, todos conocemos a gente que tiene vicios y adicciones incontrolables y perjudiciales. O personas que están permanentemente estresadas/enfadadas. O gente que no tiene ninguna relación humana intima. O que están siempre enfermos o sufren algún tipo de desgracia.
Por lo que parece, por algún motivo (quizás por vivir de una forma cada vez más alejada de nuestro entorno natural), los seres humanos tenemos una ligera tendencia hacia la infelicidad y la insatisfacción. Todos comprendemos que la felicidad es una condición dinámica y que estamos flotando constantemente a lo largo del espectro, pero lo que estamos viendo es que, en contra de lo que dicta la lógica, la gente se pasa más tiempo en el lado derecho del grafico que en el izquierdo. De modo que, en cualquier momento dado, la población está distribuida así:

Esto significa que la mayor parte de la humanidad tiene más probabilidades de estar infeliz que feliz.
¿Por qué no disfrutamos la vida?
¿Por qué es esto? Si todos sabemos que vamos a morir, ¿Por qué la mayoría no estamos aprovechando para vivir la mejor vida posible? De hecho, como acabamos de ver, ¿Por qué es más probable que nos encontremos en la situación contraria?
Porque nos falta control
La principal razón es que la mayoría de nosotros no tenemos control sobre nuestras vidas.
Opiamente, ahora estarás pensando “¿Y qué más da si no tengo control sobre mi vida?”
Ahora vamos a tener que hablar un poco sobre unos perros muy desgraciados.
Hace 50 años (cuando todavía se podían hacer este tipo de experimentos), los científicos descubrieron que se podía entrenar a perros para apretar una manivela para evitar sufrir descargas eléctricas. Bien, ya sabíamos que los perros son muy listos, pero he aquí la parte interesante, cuando pusieron a esos mismos perros en una situación en la que la manivela no detenía las descargas “aprendieron” que no tenían control sobre su sufrimiento. Como los shocks parecían ser completamente aleatorios, los perros dejaron de intentar evitarlos, incluso cuando se les ponía en otras situaciones sin ningún tipo de relación. Una vez que los perros creían que no tenían el poder de influir sobre su sufrimiento, incluso tras cambiarles de entorno, lo único que hacían era seguir tumbados, recibiendo descargas, gimiendo tristemente y esperando que el castigo acabase en algún momento. No sé tú, pero a mi esta imagen mental me deprime, así que sigamos adelante.
Si nos fijamos más allá de la imagen mental, podemos ver una conexión clara con nuestra propia situación (porque nosotros también somos animales): no tener control sobre algunos acontecimientos puede hacernos sentir impotentes en toda nuestra vida. Esto resulta extremadamente deprimente y es probablemente el motivo por el cual tanta gente se encuentra atrapada en el lado derecho del gráfico. De esto deducimos que la solución es tener mayor poder de decisión, más control sobre nuestras propias vidas. Ojo, que esto NO quiere decir que debamos buscar tener un dominio férreo y absoluto sobre cada aspecto de nuestras vidas. A lo que nos estamos refiriendo es a tener confianza en ser capaces de adaptarnos, el convencimiento de que tenemos la posibilidad de ejercer un cierto control si lo deseamos, en lugar de sentirnos como un barquito de plástico en la bañera de un bebe.
En este punto algunos Gentiles Lectores pueden estar pensando que no están de acuerdo con esta premisa y se niegan a vivir así, de modo que antes de continuar vamos a abordar sus preocupaciones: ¿Por qué tenemos que gestionar nuestras vidas? ¿Por qué no podemos simplemente negarnos a hacer planes y tomar decisiones y en lugar de ello dejarnos llevar por la corriente y tomarnos las cosas según vengan?
Opiamente, la respuesta es: porque negarse a elegir ES hacer una elección.
Y seamos muy claros, es una elección perfectamente aceptable, siempre y cuando comprendamos que tendremos que vivir con las consecuencias de esa elección. Así que echemos un vistazo a nuestro alrededor: si estamos viviendo indudablemente en lado izquierdo del gráfico, entonces genial, ya podemos dejar de leer e ir a seguir disfrutando de nuestra vida ideal. De otro modo, quizás queramos seguir leyendo y al menos considerar algunas alternativas.
¿Por qué no tenemos control sobre nuestras vidas?
Como aprendimos con los pobres perros, el no tener control sobre nuestras circunstancias puede ser una fuente de miseria. Entonces la siguiente pregunta lógica es: ¿Por qué no tenemos más control sobre nuestras vidas?
Parece haber dos posibilidades:
- La respuesta más común: porque ni siquiera sabemos que deberíamos gestionar nuestras vidas
- Y después pasamos a la siguiente fase: porque no sabemos cómo gestionar nuestras vidas
Vamos a examinar estos dos motivos:
1) No sabemos que DEBERÍAMOS gestionar nuestras vidas
Esta es la situación más común. A la mayoría de nosotros nunca nos han animado a reflexionar seriamente sobre lo corta que es la vida. Nunca nos han enseñado que deberíamos tener y ejercer el control sobre nuestras vidas y que nosotros (¡y solamente nosotros!) somos los que deberíamos decidir qué es lo que queremos hacer con esta maravillosa oportunidad.
Puede que organizar las escuelas como si fueran fabricas pareciese una buena idea hace un par de siglos, cuando su propósito era entrenar a los niños para trabajar en fábricas, pero desde entonces no han evolucionado demasiado y hoy en día básicamente son guarderías que preparan a los niños para ir a pasapalabra , en lugar de darles las herramientas necesarias para convertirse en adultos que piensen por si mismos en nuestra compleja sociedad moderna. Nuestro sistema educativo está diseñado para producir excelencia en lugar de individualidad, así que acabamos con excelentes… ovejas.
¿Estabas al corriente del hecho que hemos mencionado anteriormente, que una falta de control y opciones genera desesperación y depresión? ¿Alguna vez te habían hablado de esos estudios científicos?
Si la respuesta es no, es porque las culturas actuales no fomentan este tipo de autoexamen e introspección. La sociedad necesita que todos trabajemos para su beneficio y crecimiento, en lugar del nuestro, así que no tiene especial interés en que comencemos a reflexionar y pensar por nosotros mismos. Lo que promueve como individualidad es una triste careta para el egoísmo. En lugar de educarnos acerca de perros deprimidos sin esperanzas, las multinacionales se benefician a base de lavarnos el cerebro con leones meningíticos cantando acerca de vidas sin problemas[2].
El resultado es que la mayoría de nosotros nunca ha dedicado tiempo a contemplar el arco de nuestra vida y no nos molestamos en dirigir su rumbo.
Pero este es solo el primer paso, comprender donde se encuentra el problema. El segundo paso consiste en realmente comenzar a hacer algo al respecto, y ese es otro escollo muy común. Vamos a echarle un vistazo.
2) No sabemos CÓMO gestionar nuestras vidas
El otro motivo por el cual la mayoría no vivimos las vidas que deseamos es porque no sabemos cómo empezar a hacerlo. Como acabamos de ver, no se nos anima a salirnos fuera del molde, así que ni hablar de enseñarnos cómo hacerlo.
Además, un problema añadido en este caso es que nadie puede realmente enseñarnos como gestionar exactamente nuestras propias vidas porque cada persona y sus circunstancias son completamente únicas y por lo tanto el rumbo que deban trazar para sí mismos tendrá que ser igualmente único. Así que lo mejor que podemos esperar es aprender algunos principios y guías universales, pero en cualquier caso tendremos que continuar esforzándonos en ello día tras día. Simplemente, es una de esas cosas que se tarda unos minutos en aprender y toda una vida en dominar.
Resultado: acabamos escondiendo la cabeza en la arena
Por ahora hemos establecido que la mayoría no sabemos que deberíamos estar a cargo de nuestras vidas y/o cómo hacerlo. Así es como nos encontramos en la situación actual, viviendo en Matrix y pasando el tiempo en un estado de profundo desconocimiento. Un mundo en el que muy pocas personas intentan reflexionar acerca de la mortalidad y las pocas que consiguen interiorizar la idea se encuentran que les falta el armazón y las herramientas para hacer algo al respecto. Entre desconocimiento y confusión, no es de extrañar que la mayoría hayamos acabado hacinados en el lado derecho del gráfico. La vida en el gueto de la zona #4 es profundamente deprimente, pero aun así, generalmente en lugar de alejarnos de ese sucio suburbio, recurrimos a parches temporales. Resulta mucho más sencillo anestesiarnos y seguir ignorando la realidad que esforzarnos en cambiarla. Por eso la mayoría elegimos soma[3] en lugar de autorreflexión. Por eso la mayoría elegimos otra cosa[4] en lugar de la vida. Por eso la mayoría elegimos sentarnos y mirar[5] en lugar de activarnos y solucionar.

Desgraciadamente, en realidad esta opción no funciona porque no podemos dar soma al Tiempo (no tiene nariz para esnifar ¿recuerdas?), por lo tanto, aunque las cosas que vemos en la pantalla sean ficticias, las horas que pasamos viéndolas son muy reales.
Es hora de sacar la cabeza de la arena
OK, hemos establecido que la vida es finita y que deberíamos aprovecharla al máximo: ¿Y ahora cómo nos ponemos a ello?
Para empezar, debemos solucionar las dos cuestiones que hemos discutido, los motivos por los que no controlamos nuestras propias vidas. Como la piedra clave de un arco, nunca podremos realizar ningún progreso si no tenemos ese componente.
i) Interiorizar que DEBEMOS gestionar nuestras vidas
Como hemos visto, la mayoría of no pasamos ningún tiempo reflexionando acerca de nuestras vidas, en lugar de ello las damos por sentadas. Pero ese es precisamente el problema; las cosas que se dan por sentadas no se valoran porque el valor proviene de la escasez, y puesto que no percibimos ninguna escasez de tiempo en nuestras vidas, acabamos malgastando nuestros días, semanas, meses y años como si tuviéramos una reserva infinita.
No hemos interiorizado que el reloj nunca se detiene. Es normal, igual que niños mimados a los que les han dado todos los caprichos en lugar de tener que ganarse las cosas, nacimos como multimillonarios del tiempo[6]. Para empeorar la situación, no solo nacemos con todo ese tiempo a nuestra disposición, sino que encima, durante la primera mitad de nuestras vidas, no hacemos más que ganar más y más –fuerza, conocimientos y habilidades– así que no es de extrañar que no hayamos interiorizado lo escaso y valioso que es el tiempo. Pero tarde o temprano, SIEMPRE llega el momento en que la vida deja de darnos cosas y empieza a quitárnoslas.
Gestionar nuestras vidas requiere que interioricemos lo valiosas que son. Así que ¿Qué podemos hacer para absorber realmente el valor de nuestra vida?
Esta es la clave: el verdadero problema que tenemos es que cuando pensamos en el futuro lo hacemos a pequeña escala. Cuando contemplamos nuestra vida tendemos a centrarnos únicamente en los próximos días o semanas, como mucho meses. ¿Cuándo fue la última vez que reflexionamos acerca de algo a largo plazo? No como un pensamiento pasajero, sino realmente detenerse a contemplar, detalladamente, como será el siguiente año? ¿Y varios años? ¿Y que hay TODA la vida?
Resulta evidente que, para poder gestionar algo, debemos considerarlo en su totalidad. Por lo tanto, en el caso de nuestras vidas, debemos ampliar las miras y pensar a largo plazo, desarrollar la costumbre de contemplar la vida como un todo, en lugar de una serie de días independientes. La mejor forma de hacerlo es levantando la vista del lugar donde nos encontramos en este momento y poner las miras muy por delante, en el extremo contrario de nuestra vida. ¿Y adivinas que veremos allí…?



Así es, si examinamos nuestra vida entera, entonces nos veremos obligados a mirar de frente a la Muerte. Pero de eso se trata precisamente, al mantener en la mente nuestra propia mortalidad, tendremos un recordatorio constante de que cada día deberíamos buscar acercarnos un poco más a nuestra vida ideal.
Lamentablemente, ¡contemplar la Muerte es DIFICIL!
Es más que difícil, es literalmente doloroso. Nuestro organismo es extremadamente adepto en protegerse ante las agresiones y nuestros cerebros aún más. Al igual que nuestros músculos se agarrotan para protegerse de desgarros cuando detectan que están llegando al límite, nuestros cerebros bloquean los pensamientos estresantes como:
“Un día me voy a morir, quizás repentinamente, y mis últimos pensamientos serán sobre todas las cosas que todavía quería hacer y experimentar, todas las cosas que nunca dije a las personas que quiero, pero para entonces será demasiado tarde. Mi cuerpo se convertirá en alimento para los gusanos mientras el mundo continuará girando y todo el mundo que jamás he conocido seguirá con sus vidas y poco a poco ira olvidándome hasta que al final no quede ningún rastro de que llegué a existir, al igual que yo no sé nada acerca de mis tatarabuelos”.
¿Ves lo jodidamente brutal que es? Solo escribiendo esto me he hecho un manojo de nervios y apuesto que desearías no haberlo leído. Valor, sigamos adelante, prometo que HAY luz al final de este túnel.
Imaginar nuestra Muerte es tan traumático y deprimente que nuestros cerebros rápidamente aprenden a evitarlo, hasta que finalmente no podemos soportar ni siquiera pensar en la Muerte, y se vuelve un tema tabú en la mayoría de las sociedades. Pero solo porque algo sea muy difícil no quiere decir que debamos evitarlo. De hecho, por lo general las cosas difíciles son justamente las que nos aportan más valor. De manera que debemos forzarnos a practicar esta contemplación e interiorización, o lo que antiguamente se llamaba Memento Mori[7]. Por eso antes se ponían calaveras por todas partes, para recordar la Muerte. En caso de que quieras hacer lo mismo, aquí está la versión Marvel:

Esto no quiere decir que debamos empezar a pintarnos los ojos y las uñas de negro. Solo que, de vez en cuando, sería buena idea tomarse una pausa tranquila y reflexionar para ver si estamos haciendo algo que nos resulte significativo/importante/agradable o en cambio vamos ciegamente, guiados por un piloto automático programado por influencias externas. (También tenemos un artículo con ideas sobre cómo incorporar esta práctica en la vida: ENLACE)
ii) Aprender CÓMO gestionar nuestras vidas
Una vez que hayamos logrado interiorizar Memento Mori, estaremos preparados para afrontar el siguiente reto. Por mucho que sepamos que debemos hacer algo, saber cómo hacerlo es una situación completamente diferente. Ese es precisamente el objetivo de este libroweb[8], compartir algunas lecciones y guías que quizás ayuden a gestionar mejor la vida.
Lo más complicado es que, llegados a este punto, entramos en un terreno muy personal y sin embargo cada uno de nosotros es todo un universo diferente. De manera que, de aquí en adelante, la mayoría de las ideas que vamos a examinar serán o bien conceptos muy amplios y generales o acciones altamente detalladas y específicas. Naturalmente, siempre serán cuestiones prácticas y aplicables; los clichés son para los Instagrameros y sus filtros apastelados.
Una advertencia: aunque buscar ayuda y orientación es algo fantástico, al final depende de cada individuo decidir lo que debe, o no debe, hacer con su vida[9]. Por lo tanto, Gentil Lector, debemos examinar SIEMPRE cualquier cosa que discutamos (en realidad, cualquier cosa que leamos, sea donde sea) a través de la lente de nuestras circunstancias específicas y adaptarla a nuestra propia vida. Algunas ideas encajarán perfectamente tal y como las recibamos y podremos empezar a aplicarlas inmediatamente, otras quizá contengan una semilla valiosa pero sea necesario ponerlas a prueba y adaptarlas a nuestra realidad, y aun otras sencillamente no nos sirvan en absoluto por un motivo u otro. Dicho esto, sigamos adelante.
Para empezar, tenemos que ser darnos cuenta de que esta es una cuestión inmensa y compleja, de modo que necesitamos simplificarla descomponiéndola en partes manejables que podamos abordar por separado, una por una. Para ello vamos a utilizar un modelo mental que es lo bastante amplio para aplicarlo a la vida de cualquier persona, y al mismo tiempo lo suficientemente específico como para resultar relevante y práctico para cada individuo. De hecho, este concepto es una metáfora tan perfecta de la vida que se ha empleado en la narrativa de todas las culturas a lo largo de la Historia.
Así que, ¿estamos preparados para empezar a guiar nuestra vida? Entonces, respiremos profundamente y vamos adelante con ello.
[1] Obviamente, esta cifra es una estimación general. La OMS solo registra muertes por suicidio y deja muy claro que se basa en datos de poca calidad, especialmente en los países menos desarrollados, donde precisamente se estima que se producen el 80% de las muertes. Por otra parte, sí que tenemos datos de EE.UU., donde se registran los intentos de suicidio y la cifra es de 1,4 millones al año, o el 0,42% de la población. Considerando que esta cifra también habrá sido subestimada de forma natural e incluyendo otras muertes de desesperación, parece razonable redondear hasta 0,5% o 1 persona de cada 200.
[2] Efectivamente, aborrezco El Rey León. Y tú también, si lo piensas. O si no, léelo aquí (ENLACE).
[3] “…Siempre quedaba el Soma, el delicioso Soma; medio gramo para una tarde de descanso, un gramo para un fin de semana, dos gramos para un viaje al bello Oriente, tres para una oscura eternidad en la Luna” (Un mundo feliz – Aldous Huxley)
[4] “Elige la vida. Elige un empleo. Elige una carrera. Elige una familia. Elige un televisor grande que te cagas. Elige lavadoras, coches, equipos de compact disc y abrelatas eléctricos. Elige la salud, colesterol bajo y seguros dentales. Elige el bricolaje y preguntarte quién coño eres los domingos por la mañana. Elige sentarte en el sofá a ver teleconcursos que embotan la mente y aplastan el espíritu mientras llenas tu boca de puta comida basura. Elige pudrirte de viejo cagándote y meándote encima en un asilo miserable, siendo una carga para los niñatos egoístas y hechos polvo que has engendrado para reemplazarte. Elige la vida… ¿pero por qué iba yo a querer hacer algo así? Yo elegí no elegir la vida: yo elegí otra cosa. ¿Y las razones? No hay razones. ¿Quién necesita razones cuando tienes heroína?” – Trainspotting
[5] Según los últimos estudios, nos pasamos una media de 4 h al día viendo contenido de video.
[6] Un millón de segundos son 11,5 días. Un millón de minutos son 1,9 años. Una vida humana dura de media 72,6 años, que son unos 38 millones de minutos o 2.300 millones de segundos. Y yo acabo de pasar 20 de mis minutos calculando todo esto.
[7] También Tempus Fugit, Carpe Diem o, en la época de los memes millennial, YOLO.
[8] Así es, esto no es una página web, sino un libro online dinámico.
[9] Y con esto dejamos el latín por hoy (¡con que lo odiaba en el colegio!). El concepto de Responsabilidad del Lector se conoce como Caveat Lector y deberían ponerla como marca de agua en todas las webs y libros del mundo.
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